-"Soy oscura, brillante. Me veo antigua y fuera de tendencia.
Cada vez que me enfrento con ella en el pasillo me repite la misma canción.
- ¡Me encuentro des-u-bi-ca-da! Este no es mi lugar".
Las mudanzas y el abandono deterioraron sus cajones y tiradores, nada que la cola blanca de carpintero y una buena fijación y secado no pudieran arreglar.
Prepara herramientas cotillea este post , guantes, lija y la adorable pintura a la tiza de la marca que prefieras. Señores fabricantes de pintura a la tiza, están desperdiciando una oportunidad de darse a conocer en mi blog, ustedes verán porque la publi gratis se acabó.
He probado marcas, que hay muchas y colores, tantos, tantos.
Me quedo con los neutros de gama fría, es una inclinación al norte que últimamente me viene afectando.
Lo de la lija y la previa imprimación lo dejo a vuestro criterio. Respecto a la primera, la lija viene bien para eliminar pequeñas imperfecciones y conseguir un tacto patinado. Si te decantas por la malla de acero de tres ceros 000, conseguirás un acabado más brillante y finísimo al tacto. Prueba y escoge el que te haga más feliz, en el hipotético caso de que una tarde lijando muebles cause en tí ese efecto, claro.
Con dos pasadas tendrás el mueble en condiciones, en este caso el tono rojo de la teka me plantaba cara el muy osado y tuve que asestarle una tercera mano.
Hace diez años el vengué, la teka y en general las maderas tropicales estaban de rabiosa actualidad. En casa hay unos cuantos pequeños muebles auxiliares, una mesa licorera, un banco descalzador o esta mesita telefonera que a decir verdad y visto lo visto, merecen otra oportunidad.
Casi estaba terminando y tuve la idea, si esa idea que aparece al final de un proyecto y es lo que realmente hace que quede "terminado". No se tú, yo las llamo ideas redondas.
Esa era la idea redonda, la palabra Newport me llevó a un escenario coastal, algo no necesariamente literal. Dibujé la palabra Newport en el film de horno con la ayuda de una plantilla, recorté cada letra con la ayuda de un cutter que parece una excisión de la mano de Freddy y apliqué una fina capa de adhesivo en spray (fotográfico) para fijarlo al sobre de la mesita.
Así que la oscura y brillante telefonera renació blanca y muy mate, como salida de un baño de polvos de talco. En realidad y sin el talco quedé yo, la imagen en negativo de un minero después de pasar la tarde con la lija en una mano y el abanico en la otra. Imaginen la escena.

Ya está ubicada en un lugar más cómodo y sobretodo más alegre. Del pasillo a la habitación infantil, no salió mal el cambio.
Ahora os invito a venir conmigo, con la mesita a la cita frugal del viernes en el blog de Marcela Cavaglieri. Ese lugar donde cada semana pasas un rato lindo, a coste mínimo haciendo lo que te haga feliz aunque sea una lija de tres ceros.
Sed felices.