La razón nublada detrás de las gafas de cerca
se queda callada, la tontuna impulsiva de corazón adolescente convierte a los des-enamorados en seres más débiles, menos accesibles y absolutamente vulnerables, no se si por ese
orden. Cien veces cien, hay arrepentimiento tras enviar un mensaje escrito
mientras resuena “es sólo un borrador”.
Una relación que termina y no simultáneamente
a ambos lados de la cama, una lamparita se queda “colgada” de su gemela al
otro costado. Solo resite un despertador sin pilas en una hora imposible desbancado
por la alarma de un móvil de última generación. Una retahíla de artilugios
modernos que han venido a sustituir las ausencias más humanas, las sombras
ubicuas de lo que ya se ha marchado.
Sin destripar las ocultas razones que llevan a abandonar aquel lado, hay un día en
que una maleta pequeña da de sí para meter la vida entre dos libros nunca devueltos y un pijama
desteñido. El tiempo se ralentiza lo suficiente para recoger las cuatro cosas
que parecían imprescindibles para continuar con la vida, pequeños
enseres que harán posible echar el pie derecho cada mañana a la alfombra.
Y sobrará espacio en esa pequeña valija para
cargar con unas cuantas fotos de cuando el tiempo analógico congelaba instantes
irrepetibles que hacen saltar la lágrima del más desesperado de los olvidos.
Cuando se cierra la puerta a la espalda, en
los bolsillos se cuela un resto de amor muy tonto, añorar el tiempo perdido y
lamerse las heridas en el fondo de un bote de pringuels.
Es normal que no nos entendamos, que los
sentimientos se confundan y se extravíen en mares de wifi, es así como Cupido
se hace un lío con las flechas, en un tiempo en que la tinta es un objeto de
culto y las palabras afloran desde el limbo de los correctores de móvil.
Los mensajes enviados adoptan sus propios itinerarios alternativos, el que se envió desde la desesperación se pierde subido en el tren del abandono. La indecisión de otro se cuela en el wathsapp del desarraigo, mientras aquel que quiere olvidarlo todo es nombrado y recordado antes de acostar el párpado en almohadas ajenas.
En un tiempo en que la conversación y el
intercambio de confesiones se han minimizado a golpe de emoticono, es habitual
que Cupido se equivoque, es normal que no te encuentre.
PILAR ROCHE, CENTRAL STATION IN WUXI (CHINA)2016 |
Si también eres cuentista quizás te apetezca leer otras historias: las amigas de la novia, o una de Navidad aquí Griselda, Anastasia & Me. Cuento, quizás una de viajes viajeros Una escoba y un recogedor. Te cuento. O esta sobre el chocolate Easter time. Cuento.
Hazme un favor, nunca dejes de leer.
Imposible dejar de leer relatos que, como este, enganchan desde la primera linea.
ResponderEliminarPrecioso.
Besos