El champán y las cenas de las últimas noches me han dejado una extraña resaca, una mezcla rara entre dulce subidón y caída libre hacia la báscula del cuarto de baño.
Balanza, peso, romana o llámale hache, un invento del demonio, artilugio que te recuerda al subirte encima cuan mal te portaste últimamente. Cada rayita de más no son cien gramos, no. El abismo de cinco kilos no es más que un recordatorio, una muesca grabada en la culata por no decir en tu culo, de los días de excesos pasados.
Ahora tocan menús de piña, que no colada.
Lechugas, endivias y roble sin más aliño que el zumo de un limón.
Pechugas a la plancha que harán que sientas que en vez de omóplatos te están creciendo alas (es que no vas a catar más carne que la del pollo).
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Ni se te ocurra revisar estos días tu índice de colesterolemia, no hay simvastatina que frene este desastre. Ni hablar de los pantalones encerados que te compraste en el puente de la Constitución, desestímalos de momento porque ya te digo yo que no abrochan.
Los leggins de calcedonia que le copiaste a la it-velvet, ni se te ocurra probártelos, no te fustigues y salva del desastre esa cremallera.
Si al agacharte a calzarte las botas encuentras un obstáculo debajo de tu abdomen, ya sabes qué es. Ese airbag atesora todos los dulces que robaste a los niños de su calendario de adviento, los postres suecos con topping de chocolate amargo que no rechazaste y los gintonics que te apretaste cada noche.
Preparaste cada menú con deliciosa mantequilla, untaste bien esos asados con manteca bien blanquita, te creíste un japonés masajeando un kobe, pues tampoco era eso.
Y el asunto empeora, de hecho a ambos lados de la cara y sobre la incipiente papada, han aparecido hoy dos mofletes, tranquila no eres un hámster transportando ahí adentro a sus crías, no.
Atente a las consecuencias y se consciente de que "esa" que te observa en el espejo del pasillo no es tu madre. Tu verás.
Empieza el año dándote un respiro pero reacciona, por favor plantéate la dieta a medio plazo, si al final será verdad que los milagros no existen y grita conmigo: "¡Pero cómo me estoy poniendo!", "¡Me c---en la magia navideña*!"
Esta historia no es un cuento, pero la relato con intención evasiva (los cuentos y las pelís que veo últimamente tienen esa intención de evasión, todo el tiempo). Se la dedico a Amparo A. un ser absolutamente especial que merece una historia inventada para ella sola otro día. Como dato curioso os diré que la conocí una tarde soleada en un aula y rodeada literalmente de gente tan rara como yo.
Tenía un brillo especial en las gafas aquel día y me hizo pensar hacia adentro ¿lo habeís probado?.
Le hice un dibujo porque la tenía enfrente, la única caricatura que he hecho en mi vida y pensé que le gustaría leer cuentos. Entonces las lentes de sus gafas brillaron, creo, un poquito más.
Amén.
* A lo mejor te apetece leer una historia con final feliz, entonces pincha el cuento griselda, anastasia and me.
Feliz Año, Pi!!
ResponderEliminarEspero que venga cargado de alegrías para ti y los tuyos!!!
Un beso muy grande!!!
Marian.
Feliz año Pi, deseo que nos traiga a todos cosas buenas
ResponderEliminarBss
No sé si este inigualable chascarrillo que pasa de largo por la ironía y se instala en el purito sarcasmo será real. Antes bien, quiero pensar que exageras y que no te miras con esa crueldad vestida de risa.
ResponderEliminarYo, sin embargo, tras el resultado, según tú, desastroso de los festines navideños, veo disfrute, creatividad, magia.
No hagas caso de la báscula.
Nunca doy consejos, pero te digo esto: Sé mas partidaria de poner en entredicho tus referentes, no tus kilos de más.
Un beso apretado en ese moflete de hamster.
Razón tienes darling, cada vez más irónica me torno. Me voy a leerte ahora mismo y a sufrir, atisbo recetas prohibidas....
EliminarTe deseo lo mejor en 2015! :)
ResponderEliminarBesos
Jajja ya veo que no soy la única con esa sensación de...... ¡¡madre mía me he pasado 3 pueblos¡¡¡ Qué pase yaaaa la Navidad por Dios¡¡¡
ResponderEliminarFeliz Año 2015¡¡¡
Un besazooo
Ohhhh,que se acaben las comilonas,todavía nos falta la del día de Reyes,esa es célebre!
ResponderEliminarMuy buen post!
Muchos besos de las dos
Mis gafas brillan gracias a alumnas como tú y mis ojos esconden emoción cuando además el afecto es recíproco. Gracias por la dedicatoria, significa mucho para mi.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, prometida queda la historia "para ti sola". Cada vez que alguien se cuestiona el hecho de ser docente, debería autoanalizarse y examinarse para cerciorar que está en el lugar adecuado. Tu sabes bien como allanar el camino y acompañar para que cada cual alcance su meta.
EliminarJajaja...si es que parece que me has descrito: comilonas, dulces, gin tónics, asados....incluso las mallas de Calcedonia del puente de la Constitucion!!!! Jajaja. Eres genial Pi. Te deseo un nuevo año muy feliz, llenito de pechuga de pollo asada y mucho verde sin aliñar....y ya veras como de aquí a Semana Santa estamos tan divinasa como siempre ;)
ResponderEliminarBesitos
Jajajajaja.......Ayyy Piii cuánto me he reído!! Yo también tengo el airbag ese y seguro que el colesterol a toperrll...... pero no me preocupa, en cuánto nos pongamos a la vida rutinaria todo desaparecerá. De lo que sí he procurado llenarme es de la felicidad de ver a todos los míos juntos, cuánto los he disfrutado!!!
ResponderEliminarUn relato fantástico, estaré pendiente para leer el alusivo a tu amiga Amparo y su brillo especial en las gafas, esto no me lo pierdo!!
Un besoteeee, Feliz Año Nuevo, querida!!!
Jajaajajaja! Mujer! Pues que te quiten lo bailao no? ;)
ResponderEliminarTake it easy! Seguro que en cuanto empieces a comer normal (no las comilonas de estos días) te encuentras mejor...al menos eso es lo que yo me digo a mí misma..
Feliz año Pi y un beso! ;)
Leo